“Me interesa la línea paralela entre la película que se ve y la que no se ve”

El primer largometraje de Pablo García Canga, Las tierras del cielo (2023), ha sido proyectado por primera vez ante el público en la sección Un impulso colectivo del D’A 2023, el festival internacional de cine de autor de Barcelona. Previamente, el cineasta y escritor cinematográfico había realizado varios cortometrajes en España y Francia, así como ejercido de guionista en los últimos cortos de Ángel Santos. En 2020, publicó el libro Ozu, multitudes (Athenaica), y en su nueva película vuelve a rendir un sutil homenaje al cine japonés de mediados del siglo pasado: a través de cinco episodios, varios personajes relatan en Las tierras del cielo el argumento de un film inconcreto que podría ser de Yasujirô Ozu o de Mikio Naruse. La palabra juega un papel preponderante en el largometraje como lo jugaba también en toda su obra anterior, incluido el corto Por la pista vacía (2022), presentado también en esta última edición del D’A. SIGUE LEYENDO EN http://cinentransit.com/entrevista-a-pablo-garcia-canga-sobre-las-tierras-del-cielo/

De la dignidad

El paso por el último D’A o Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona de una película tan singular y sugerente como La Nuit d’avant nos ha invitado a fijarnos en un cineasta cuya obra habita a ambos lados de los Pirineos y que, de hecho, parece beber de una región concreta del cine francés. Pablo García Canga nos recuerda en La Nuit d’avant al Jean Eustache de Numéro zéro o, sobre todo, Une sale histoire, sus obras más desnudas y radicales, basadas íntegramente en la filmación de una recitación; pero en su realización anterior, De l’amitié, son las reminiscencias del cine de Philippe Garrel las que hacen acto de presencia. Historia de la amistad entre dos jóvenes hombres de letras parisinos y la pareja de uno de ellos, nos es relatado con el mismo tono calmo e íntimo que caracteriza al director de L’Amant d’un jour, y comparte con él un determinado tipo de personajes, un paisaje parecido de las calles y cafés de París fotografiados en un blanco y negro también similar, y unos presumibles ecos vagamente autobiográficos, el tipo de correspondencias a menudo inconcretas entre vida y obra que uno asocia sobre todo a la voz de un escritor (De l’amitié, por cierto, se basa en un pasaje de Diderot y en la Jaula de todos de Paulino Viota).

Porque García Canga, igual que Garrel, parece escribir sus filmes. Una sensación que transmiten especialmente De l’amitié y la anterior Portrait en deux temps, ambas narradas en voz en off por sus protagonistas, películas en forma de epístola o de diario que se adscriben a una tradición que podemos reivindicar como una aportación del cine -moderno- francés y que consiste en ese cine hecho de palabras, mil veces caricaturizado por quienes sienten rechazo a ver una película sostenida principalmente por el diálogo sin aspavientos. Garrel y Eustache son dos figuras relevantes en la conformación de ese estilo lo mismo que Éric Rohmer, quizás el primer nombre que acude a nuestra imaginación cuando pensamos en un cine francés hablado. Hay algo rohmeriano también en las películas de García Canga, especialmente en Pissing Territories y de nuevo en Portrait en deux temps, dos títulos centrados en los devaneos amorosos de chicos y chicas marcados por el azar, los reencuentros fortuitos y las situaciones extravagantes. En Portrait en deux temps, una joven francesa se instala dos veces en Madrid y las dos veces conoce al mismo hombre pero con personalidades diferentes, sin poder desentrañar si detrás hay un engaño o se trata de un parecido inverosímil. En Pissing territories, el oportunismo de un borracho que llama a una antigua conquista en mitad de la noche deriva en un encuentro triangular que pasa de lo cómico a lo violento y viceversa sin solución de continuidad, y del surgimiento de una patética camaradería viril a una reivindicación de la dignidad de la mujer humillada por dos patanes.

El sustrato cinéfilo de sus filmes emparenta a García Canga con otro español que transmite en sus imágenes mucha querencia por Éric Rohmer y la faceta oral del cine francés en general: Jonás Trueba, quien además acusa un deje especialmente truffautiano, es como García Canga madrileño de nacimiento y tiene su misma edad. Aunque el cine de ambos tenga algunas flaquezas, sobre todo algunos accesos de afectación (Para Julia, obra primeriza de García Canga, es ilustrativa al respecto: atesora muchos valores positivos pero a ratos resulta demasiado ensimismada), quedan más que compensadas por la mixtura asombrosa de sencillez y de complejidad que atesora. Es difícil, como se ve especialmente en una película tan rica como La Nuit d’avant, expresar y sugerir tantas cosas con tan poco. Y es posible que ese arte tan delicado se derive en buena medida del hecho de haber optado por conjugar un cine basado en la palabra. Nos empecinamos en hablar en términos de imágenes pero el artefacto cinematográfico consiste no menos que eso en escuchar el mundo: el cuadro de la pantalla que selecciona fragmentos de la vida para embalsamarlos y mostrárnoslos también nos permite oír desde una perspectiva particular los rumores de la ciudad de noche, el viento sobre las copas de los árboles y nuestras voces, los mil matices de la voz humana que nos permiten acceder a los mil matices del alma. Recordemos a dos personas que aparentemente no tienen nada que ver con el tipo de cine que estamos comentando como Danièle Huillet y Jean-Marie Straub, y volvamos a las interioridades de su obra mostradas en Où gît votre sourire enfoui?, donde Pedro Costa les filma en la sala de montaje: fijémonos en la delicadeza con la que escuchan cada inflexión de voz, cada palabra seleccionada o descartada.

Es en las voces de sus criaturas donde García Canga cifra más vivamente la comunicación entre el cine y la vida, entre la representación y la realidad, entre la ficción y nosotros. Hay, de hecho, no pocas dualidades relevantes en sus películas: los dos hombres idénticos de Portrait en deux temps, los dos amantes de Pissing Territories, los dos amigos de De l’amitié… Pero la mujer es siempre una, y todas las ficciones de García Canga derivan en una dignificación de su figura, cuando no una cierta venganza sobre las injusticias y humillaciones infligidas por varones egoístas y faltos de empatía. A las películas ya citadas, debemos añadir Du côté de l’ouest lointain, donde un poeta mediocre es alcanzado física y emocionalmente por la poetisa brillante de la que había huido cobardemente, y Tout est en jachère, donde otro varón desentendido de sus promesas de amor es también encontrado por una joven que restituye su propio orgullo en un cara a cara diez años después. Un siglo de preponderancia del punto de vista viril en la representación cinematográfica del romance es enmendado inteligentemente por García Canga en sus películas. Y sumemos a nuestro compendio Quand est-ce que tu atterriras, donde la fragilidad de su protagonista es reivindicada como una de las reverberaciones del paso callado de la juventud a la vida adulta, tema que subyace también en Portrait en deux temps o en De l’amitié. O la profunda dignidad que habita en la protagonista de La Nuit d’avant al llegar al fondo de sus sentimientos en una conversación telefónica que consiste en la narración del asunto de una película, en el descubrimiento de nuestro propio rostro en el espejo de las ficciones.

Retrato en dos tiempos ⁄ Portrait en deux temps from Pablo Garcia Canga on Vimeo.